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Agustín Fernández Mallo, Me & my bunker

Lo has comentado de pasadaOtro de los efectos colaterales de Nocilla fue toda la literatura mediocre que generó

No, en eso sí que lo he tenido claro desde el primer día que yo soy sólo responsable de lo que yo firmo. Yo no soy responsable ni de lo que la prensa escriba de mí ni por supuesto de los monstruos que uno genera, ni siquiera de los aciertos que uno genera, porque el talento está en el otro, no en mí. Eso es normal. Cuando algo tiene esa influencia genera tanto basura como cosas buenas. 

Sé un poco malo, hombre. Te deben enviar textos malísimos. 

¿Que me llegan textos malísimos? Eso sí. Pero malísimos. Pero no me siento responsableLos peores siempre son los que copian exactamente lo que tú has hecho, porque es impostado. Y es no, tío, no, porque tú lo que tienes que hacer es tirar de un hilo y, vale que algo te mola, pero lo que tienes que hacer es tirar del hilo y construirte tu propio jersey. No estés copiando porque es malo. 

Antes has comentado que ya tenías la trilogía Nocilla escrita cuando todo empezó. Entonces, ¿cuánto tiempo has estado sin escribir una novela? 

Bueno, es que se cruzó por ahí El hacedor de Borges (remake). Y este lo empecé en 2011Bueno, habré estado años. Sin publicar, en realidad. Lo que pasa es que los tenía terminados pero, por ejemplo, Nocilla Lab, que salió en 2009, lo retoqué. Porque escribir he estado escribiendo siempre. Tengo novelas ahí guardadas. Nunca he dejado de escribir. Sobre todo híbridos que tomaran forma de novela o no, no lo sé

Todo ello dentro de un universo muy definido, esa poética tuya. ¿No te preocupa que tu universo sea algo demasiado preciso? 

No, porque se trata de un universo muy abierto. Entiendo que parezca cerrado porque además mis protagonistas están siempre muy aislados, pero están continuamente lanzando cabos y redes hacia un universo abierto. Es un discurso que de lo que habla es de la complejidad de la contemporaneidad. Cuando me dicen que soy experimental me parto de la risa, porque, seré experimental, pero parto de un universo realista. Mi literatura está completamente comprometida con la realidad, mi realidad. Hablo de revistas de música, de libros que leo, de tal canción… ¡Eso es la realidad, joder! Eso sí, es una realidad tratada de una manera compleja, que no complicada, pero porque vivimos en una realidad compleja. La realidad de alguien de hace cincuenta años era casi estática, porque iba a hacer lo mismo casi toda su vida; pero el mundo en el que vivimos hoy es complejo, es un organismo que debe tener en la literatura su adecuada plasmación, y yo creo que es lo que hago. Y no porque quiera hacerlo, sino porque no sé hacerlo de otra manera. Mi cerebro funciona así.

¿Pero no son todas esas ideas que elaboran tus personajes la expresión de una misma idea central? ¿Que nuestra realidad es, precisamente, compleja y fragmentaria? 

Puede ser, pero es que yo lo veo así. Me costaría pensar en el mundo de otra manera. Pero más que fragmentada, que es una expresión que hay que usar con cuidado, diría que es fragmentada pero a la vez unida por hilos; en mis libros hilos metafóricos dan cohesión y coherencia. Es como un día en la vida de cada uno de nosotros, que se compone de diferentes pedazos, pero cuando te vas a dormir te das cuenta de que tu día ha sido coherente. Esa complejidad compuesta por diferentes fragmentos pero en la que hay coherencia interna. Vale, tú puedes decir que eso podría ser un handicap, pero es que yo no puedo pensar de otra manera, porque también es verdad que cuando me siento a escribir yo no pienso ahora soy escritor. Soy el mismo que hacía cinco minutos freía un huevo. Entonces todo lo que pasaba por mi cabeza lo vierto luego estéticamente en la historia. No escribo lo que quiero, escribo lo que puedo. Para mí lo que sería un experimento sería intentar hacer una novela a lo Juan Manuel de Prada, porque pienso que ya nadie piensa así ni habla así, como en esos libros. Eso sí es experimental. 

A mí de Limbo me ha sorprendido el tono oscuro del libro, sobre todo por la historia del secuestro. Hay aquí trazos de algo que no había aparecido en tus anteriores trabajos. 

Sí, es algo que irá reproduciéndose a lo largo del libro con diferentes manifestaciones temáticas, como nuestra relación con los objetos, la idea de que los objetos nos hablan, que pueden llegar a ser algo terrorífico. En Limbo todos los personajes tienen una mirada respecto al mundo como desenfocada, como extrañada, que no es ni onírica ni surreal, es diferente: es como cuando la propia cotidianeidad se gira un poco y ves que hay algo ahí que no llegas a concebir o a saber y te produce verdadero miedo. 

Pero siempre ha habido un poco de ese pasmo en tus personajes. Todos parecen intuir lo complejo de la realidad y a la vez todos quedan pasmados ante ella. 

Eso es. Pero aquí esto es más acusado, porque nos lleva a consecuencias infinitas. Para mí al final es la mirada del poeta y del científico, que inicialmente es la misma: aunque la poesía y la ciencia sean cosas diferentes se enfrentan ambas a lo cotidiano con un ¿qué pasa ahí?. Cuando Newton ve caer una manzana todo el mundo ha visto caer una manzana, pero él se extrañó ante eso y de ahí salió la Teoría de Gravitación Universal. Vio la manzana como no la había visto nadie hasta entonces. Esa es la mirada del poeta también. Como un extraterrestre que aterriza en la Tierra y ve una manzana y se pregunta, hostia, qué es eso. Y eso está muy presente en mis personajes. 

¿Cómo se ha tomado Joan Feliu el aparecer en el libro?

Bien. Se lo pasé antes de que saliera y le pareció fenomenal, porque hay algunas anécdotas que son reales, como su obsesión con el helado de té verde. 

Siempre he querido hacerte la misma pregunta, que quizás sea bastante estúpida: ¿te consideras un escritor mallorquín? 

No. Yo no me considero un escritor mallorquín, pero tampoco me considero un escritor gallego. Me considero un escritor español. En tanto bebo de muchísimas fuentes, como cualquier persona que haga arte contemporáneo. El arte castellano, el arte vascoEso ya no tiene sentido. Somos globales. Tú mismo en la primera entrevista que me hiciste pusiste un ejemplo que lo decía todo: hoy en día puedes estar viendo en youtube la fiesta de cumpleaños de unos adolescentes daneses escuchando música y no enterarte de lo que sucede al lado de tu casa. Ya hemos crecido en ese mundo. Quizás yo no, porque soy más mayor, pero me interesa igualmente. Eso no quiere decir que desdeñe lo local, para nada: para mí el paisaje mallorquín ha sido determinante en lo que escribo, especialmente el paisaje del sur de la isla, de Ses Salines, por ejemplo, esa parte esteparia, que para mí es como el desierto americano, tiene mucha importancia. Pero eso no me permite decir que me considere un escritor mallorquín. 

Es que, siendo ya outsider por vivir en Mallorca, luego también eres un outsider aquí: excepto Vacabou, con los que mantienes una relación muy estrecha, o Pere Joan, tienes poca relación con la escena artística y cultural de la isla. 

Pero eso también es un rollo muy personal, que no tiene que ver con Mallorca ni con ninguna geografía concreta. Es que a mí la gente no me gusta. Personas determinadas sí, pero a mí no me molan las fiestas ni los eventos. A mí lo que más me gusta es estar en mi casa, con mis juguetes, con mi chicaEstoy allí feliz. Eso creo que se ve en mis novelas, donde siempre hablo de personajes aislados, un poco solitarios, y también explica por qué no se me ve por ahí. Mi novia intenta sacarme, llevarme a inauguraciones, pero hay que arrastrarme. Pero es que yo no vengo del mundo artístico. Yo vengo del mundo científico. Me he pasado veinte años trabajando en un búnker bajo tierra con radiación. No vengo del mundo del artista profesional que desde joven tiene que ir a inauguraciones y eventos para darse a conocer. Mi personalidad no tiene nada que ver con eso. A mí lo que me gusta es estar solo, a mi aire, y creando mis historias.