Blitzkrieg Book
Obligada trashumancia la de los libreros. Las instituciones ya no nos permiten establecernos en el Passeig del Born. En tiempos de crisis manda el capital, y son cantidades ingentes de vil metal las que abonan a diario las cafeterías a cambio de poder establecerse en el espacio público. Aparte de este hecho, la ubicación que inauguramos resulta más que adecuada: acampamos en zona peatonal y céntrica bajo una agradable sombra vegetal.
Al llegar a Vía Roma, mi alma librera se ve asaltada por múltiples carencias. No hay té, no hay cerveza, no hay Internet, no hay cuarto de baño, no hay cocaína. Mi naturaleza de tubo metafísico corre graves riesgos. Decido desplegar mis armas de mujer y seducir al comercial de Grupo Planeta para que me proporcione líquidos varios. El método funciona. Teniendo ya tan preciados brebajes en mi poder, comienza a sonar Chet Baker. Los lamentos acerca del aciago devenir del día se atenúan, y ahora ya no sé si esto es cielo o es infierno. Probablemente las dos cosas.
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Pero inéditos peligros acechan. Es inevitable la exposición a múltiples señoras very dangerous que parecen no tener más ocupación que mendigar puntos de libro. Inconscientes especímenes solicitan libros sobre artes adivinatorias, como si existiera algún futuro en esta era de negrura. Un kenfollet intenta acabar con mi vida; el mismo libro espera a que me aproxime al expositor para lanzarse al vacío una y otra vez tratando de contusionar mi cabeza. La calle es un foco de jipis, embarazadas, indigentes y polución. Detecto camisetas de Joaquín Sabina; trato de prenderles fuego. Juro que hay críos con el demonio dentro; se hace necesaria la práctica ancestral del exorcismo. Los helados merecen mención aparte. He podido comprobar que la torpeza humana construye amasijos de páginas impresas y lácteos derretidos. Algo así como la creación de un maligno Golem cronenberguiano o una escultura de arte povera.
Inmersos en esta guerra, los libreros nos aproximamos a la agonía que precede a la muerte. La clave de nuestra salvación la encontramos en los autores. Durante esta primera etapa de la feria han firmado libros José Vidal Valicourt, cuya novela Lisboa song acaba de aterrizar en librerías, los ilustradores María Cuadrado, Pere Joan, Bartolomé Seguí, Flavia Gargiulo, Rafel Vaquer y Jaume Martí –todos ellos confluyen en el Xicra Edicions-, y se centró tanto en el estado de la cultura en nuestra maltrecha sociedad como en el acto de la lectura como experiencia individual. Y es que, probablemente, la palabra es la única arma efectiva que nos es dado empuñar en la actualidad.
Los ilustradores Max y Tatúm firmarán ejemplares de Nueve preguntas el viernes a las 19 horas y, el sábado, Toni Nievas garabateará las páginas de su Polvo cósmico (Fonart, 2013) en la caseta de Literanta.
Por piedad, salven a los libreros de la desintegración molecular. Visiten la Fira del Llibre.
Los ilustradores María Cuadrado, Pere Joan y Jaume Martí firmaron ejemplares de “Nueve preguntas”
Rafel Vaquer, Flavia Gargiulo, Pep Escudero y Jaume Martí firmando ejemplares de “Nueve preguntas”
Bartolomé Seguí. Foto de Jaume Martí
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